por Cyntia Páez Otey
Algo huele mal en esto de los nombramientos de exclusiva
responsabilidad del Presidente de la República. Son de su confianza y se
mantienen en esos cargos mientras cuenten con ella. Pero, ¿es suficiente ese criterio para
designar a personas cercanas –familiares, amigos o como pago por favores
políticos- en cargos clave para los intereses de Chile? ¿Podemos confiar en que
el buen criterio de la autoridad será más fuerte que dar trabajo a un político
caído en desgracia o como premio de consuelo?
Si bien el nepotismo es una práctica habitual, con larga data
histórica y extendida latamente en nuestro entramado nacional –a todo nivel, incluso
socialmente aceptada, a pesar de las declaraciones ético-morales del tipo yo no lo hago o de la manipulación de
concursos públicos a favor de ciertos “perfiles” distintos a la formación
académica o experiencia laboral (entiéndase hijo
de… o amigo de…)–, dicha práctica
podría ser sumamente perjudicial si los intereses de Chile dependiesen de los
conocimientos y méritos de los beneficiados.
Felipe Bulnes como agente
de Chile ante La Haya
“Tiene las capacidades” afirmó Piñera al comunicar que Felipe
Bulnes (RN) –ex abogado de Cencosud en el caso por aumento unilateral de la
comisión por mantención de la tarjeta Jumbo Más mientras Laurence Golborne era
Gerente General del holding; ex ministro de Justicia (2010-2011); ministro de
Educación(2011) hasta que su mal manejo en las negociaciones con los
estudiantes secundarios y universitarios obligó al Presidente a sacarlo del
cargo, sólo cinco meses después de su designación, antes que la contingencia
política lo obligara a dimitir; y actual embajador de Chile en Estados Unidos–
será quien asuma como agente de Chile en La Haya por la demanda marítima que Bolivia
presentó ante el máximo tribunal de Justicia de la Organización de Naciones
Unidas.
Actualmente, frente a similar amenaza a nuestros intereses
territoriales como lo es la demanda por delimitación marítima presentada por
Perú en 2008 y cuyo fallo se hará público dentro de dos meses más, el agente de
Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) es Albert Van Klaveren, abogado
de la Universidad de Chile, diplomático con Máster en Relaciones
Internacionales de la Universidad de Colorado (Denver, EE.UU) y Doctor en
Ciencia Política de la Universidad de Leiden (Holanda), académico del
Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Chile y ex
subsecretario de Relaciones Exteriores entre 2006 y 2009. También ha sido
embajador en Bélgica, Luxemburgo y Unión Europea.
Su labor es además apoyada por la co-agente de Chile, María
Teresa Infante Caffi, abogada de la Universidad de Chile con estudios de
postgrado en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra (Suiza),
Profesora de la Universidad de Chile y de la Academia Diplomática de Chile “Andrés
Bello”, ex directora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad
de Chile y actual presidenta de la Sociedad Chilena de Derecho Internacional. Antes
de asumir la defensa de Chile, era Directora Nacional de Fronteras y Límites de
la Cancillería. Además, es autora de dos libros, una decena de capítulos
colaborativos y artículos especializados sobre derecho internacional,
integración física, derecho del mar, Antártica y fronteras.
Si pensamos que, como dijo Platón, contamos con autoridades
que anteponen la razón y el bien común sobre cualquier otro interés en pos de
un Estado ideal, como ciudadanos podríamos estar tranquilos y aceptar que nos
gobierne –a ojos cerrados– un rey-filósofo,
un líder moral, de juicio justo y confiable. Pero, frente a los hechos actuales
y las luchas políticas por poder, influencia y dinero, es necesario que cada
uno de nosotros fiscalice el actuar de nuestros cada vez menos representativos políticos.
La misma lógica podríamos aplicar al ofertazo presidencial a
Laurence Golborne para aceptar el cargo de embajador ante la OCDE- ya se le
informó a Raúl Sáez, Magíster en Economía de la Universidad de Chile, Doctor en
Economía de la Universidad de Boston (Estados Unidos) y parte del equipo del
Ministerio de Hacienda que negoció el ingreso de Chile a la OCDE, el cede de
sus funciones- en momentos en que la
Cancillería busca modernizarse y dar más espacio a los diplomáticos de carrera –sí,
aunque usted no lo crea, para ser diplomático se debe estudiar y harto– en
desmedro de los nombramiento políticos, porque, seamos francos: no es lo mismo
trabajar en una embajada donde tu jefe sabe, hace, dice (en varios idiomas si
es necesario) y hace; que una donde el embajador, la más alta autoridad de la
legación, no tiene idea qué hacer. Y nadie aprende en 8 meses.
Afortunadamente, Golborne rechazó el cargo, pero no porque no
mereciese ese puesto, sino porque es impresentable que acepte un cargo en la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que ha
criticado vehementemente la existencia de paraísos fiscales como el de Islas
Vírgenes, donde el ex precandidato presidencial tiene intereses en la empresa Sunford Management Corporation. Se trata de un
típico caso de incompatibilidad de intereses. Además, aprovechó la atención
mediática para anunciar su retiro momentáneo de la actividad política para que
la oposición no lo utilice como carne de cañón en año electoral. Todo un
servidor público.
Todo esto me recuerda otros extraños casos.
Jean-Paul Tarud y
Sebastián Dávalos: Los hijos de…
Nombrado por el ex canciller, Alejandro Foxley, durante el
gobierno de Michelle Bachelet, el embajador de Chile en Emiratos Árabes Unidos,
Jean-Paul Tarud –hijo del diputado Jorge Tarud (PPD), ex embajador en Arabia
Saudita y miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja-
está hoy en el ojo del huracán por la noticia de un negocio increíble del
Estado de Chile: venta de agua de la Patagonia a un grupo empresarial de Qatar.
GRAN PLOP. Incluso, la Cancillería debió emitir un comunicado donde explica que
“ante versiones de prensa que informan de un supuesto proyecto del Gobierno de
chile para exportar agua de la Patagonia a terceros países, el Ministerio de
Relaciones Exteriores y su embajador en Emiratos Árabes, Jean-Paul Tarud,
descartan que dicha información sea efectiva”. Como siempre, la culpa es de los
periodistas: “(como consignan) versiones periodísticas que, al parecer
confundieron las intenciones de una empresa privada de Qatar con un plan del
Estado de Chile”. Además, agregan que el embajador Tarud, desmiente haber
emitido declaraciones que se le atribuyen sobre el tema y menos haber efectuado
un ofrecimiento que involucre al Estado de Chile. ¡Estos periodistas!
El recientemente fallecido embajador de Chile en Suiza,
Enrique Melkonián, y ex presidente de la Asociación de Diplomáticos de Carrera
(Adica), ya había expresado su preocupación por este nombramiento: “Hay gente
de 32 años que puede tener muchos atributos, pero la diplomacia es una
acumulación de experiencias, de vivencias, de conocer los códigos
internacionales, de masticar diariamente los códigos donde uno se mueve. Por
eso embajadores de 32 años no vamos a encontrar muchos en la paleta mundial.
Eso se lo puedo asegurar (…)Yo soy un hombre que llevo 35 años de carrera, soy
abogado, tengo postgrado, he vivido en 12 países. Soy un hombre curtido. Así
que aspirar a que desaparezca el nepotismo es como pretender pellizcar vidrios
y no tengo esos niveles de candidez e ingenuidad. Pero sí aspiramos a que la
profesionalización sea integral y que los casos de nepotismo o pitutos, sean
estrictamente los mínimos, incluso, los vamos a cuestionar si existen, porque
hay que mantener una línea conductual”.
O cómo olvidar a Sebastián Dávalos, hijo de la misma ex
presidenta Michelle Bachelet, cientista político de una universidad privada y que
ingresó en 2005 (cuando era precandidata presidencial) a realizar su práctica
profesional en la Dirección General de Relaciones Económicas
Internacionales (Direcon) del Ministerio de Relaciones Exteriores–pagada a
diferencia de muchos otros alumnos que, entonces y hoy, sólo reciben vales de
almuerzo para “canjear” en el casino de la Cancillería-, integrar el equipo
negociador del TLC con Japón y luego por su “extraordinario desempeño”, en
calidad de funcionario a contrata de la Cancillería, ser incluido en el Departamento
de la Organización Mundial de Comercio (OMC) con sede en Ginebra, Suiza.
Así tantos.
Seamos
consecuentes. Tal vez sea hora de que así como luchamos por la calidad de la
educación, seamos capaces también de bien utilizar el producto final de esa
inversión; esos profesionales, especializados y con postgrados que son ignorados
por el sistema porque otros, quizá con mejores apellidos, contactos políticos o,
como Roberto Carlos, con un millón de amigos (laboralmente bien ubicados e
influyentes, obvio), no dan espacio siquiera a concursar en igualdad de
condiciones. Luego de una buena educación, es necesario un buen trabajo que
aproveche los conocimientos adquiridos y la experiencia. Una verdadera méritocracia,
no más una dedocracia ¿Podemos exigir como chilenos que, por lo menos cuando se
trata de nuestro país, sean los más idóneos quienes nos defiendan y protegan los
intereses de todos los chilenos? Como diría Golborne: ¡Es posible!
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